escribir. tengo un escritor viviendo en mí. mi mente es tan laberíntica como cualquier obra de ficción. es la más entretenida. nunca sé con qué me va a sorprender al girar la página. escritora en potencia.
y quizá es sólo para que alguien me lea. paraque alguien me explique, como yo, tratando de leer en el libro que cada uno es. la vida es literatura. hasta en cada acto cotidiano me escribo, me reinvento. me descubro y me creo. soy varios personajes, como si Dios me estuviera aún amasando. y la tarea es imposible, es infinita. pero me obstino. y leo textos crípticos. parecen los más intereantes. a veces sólo es simulación. otras, sólo vacío.
pero en raras ocasiones encuentras otros lectores, otros escritores. que leen. que te dan otra pincelada, para continuar con la creación. que te engañan y te hacen creer que habrá un final en el que las dudas se resolverán y veremos ese rostro borgiano, pero el nuestro. otras veces, aún mejores, esos lectores también escriben. son materia activa de la vida. ella no corre por encima suyo sino que la moldean. son idealistas, que es lo menos que se puede ser.
somo jóvenes, qué carajo! debemos soñar.
25 abril 2008
22 abril 2008
voy a mantenerme en silencio. como un búho nocturno. y en el día observaré. es la manera más inteligente de aprender. mantendré mis labios uno junto al otro y, cuando ya lo haya entendido todo, seguiré callada. la costumbre se habrá convertido en mi rito pero sentiré la placentera tranquilidad del silencio.
17 abril 2008
misticismo ateo
Sólo hay una cosa que no necesita de la razón y ésta es la verdad.
La sencilla, se siente, arrebatadora, en un punto físico variable: unas veces es justo en el centro de lo que suponemos nuestro cerebro, otras, en el estómago. Un dolor agudo y reconfortante. Un pinchazo apasionado que nos recuerda que estamos vivos.
Esa verdad se experimenta, creo yo, con la belleza, gracias a ella y sólo con ella, aunque se disfrace con dispares máscaras.
Es una belleza personal, de modo que no existen barreras acerca de la verdad intuída mientras se sienta sinceramente como tal.
Cuando un cuadro de Caravaggio, de Van Gogh o de Schiele me obligan a permanecer frente a ellos infinitamente, en un trance cercano al lloro de felicidad, no es locura, no, es que he sentido la verdad que ellos contenía, su íntima belleza.
Si al caminar por ciertas calles de Londres o ver el sol reflejado en las paredes de Big Ben creo sentir que ese momento ha sido absolutamente mío, intensamente completo, es porque lo que me rodea es real, más bello de lo que nuca las palabras dirán pero verdadero.
En los momentos en que mis ojos recorren un poema y tras su finalización, cuando las palabras empapan todos mis sentidos, creo intuir que existen verdades flotando por todo mi cuerpo, que la belleza, por ello mismo, me ha invadido y que la realidad me sobrepasa pero, a la vez, me completa.
Pero lo mismo puede ocurrir diariamente con los objetos más triviales o los sentimientos más profundos que con los más cercanos compartimos.
Esos breves instantes, de dolor, de iluminación y de impagable belleza son los únicos en que creo que sí, que pueden existir otras realidades. Realidades no esotéricas ni mágicas stricto sensu, pero sí maravillosas si nos dejamos vivirlas, porque son, en realidad, nada más que la vida que nos rodea experimentada al máximo, en su total intensidad, como si nos fuera otorgada y revelada en un instante sólo a nosotros con el fin de que entendamos que somos nosotros los que podemos crear la la belleza y, lo mejor de todo, poseerla.
En fin, me estoy dando cuenta, mientras escribo que, en realidad, no existen palabras para expresar esas sensaciones, que no son comunicables, antes que nada porque son totalmente únicas y personales. Sin embargo, si alguien en algún momento ha sentido una corriente de energía similar, podrá, cuando otro, como yo en este caso, trate de explicarle esa experiencia mágica, recordar vagamente lo que una vez experimentó, entenderlo en cierto modo y sentirse un milímetro más cercano del espíritu del narrador, intuyéndolo.
La sencilla, se siente, arrebatadora, en un punto físico variable: unas veces es justo en el centro de lo que suponemos nuestro cerebro, otras, en el estómago. Un dolor agudo y reconfortante. Un pinchazo apasionado que nos recuerda que estamos vivos.
Esa verdad se experimenta, creo yo, con la belleza, gracias a ella y sólo con ella, aunque se disfrace con dispares máscaras.
Es una belleza personal, de modo que no existen barreras acerca de la verdad intuída mientras se sienta sinceramente como tal.
Cuando un cuadro de Caravaggio, de Van Gogh o de Schiele me obligan a permanecer frente a ellos infinitamente, en un trance cercano al lloro de felicidad, no es locura, no, es que he sentido la verdad que ellos contenía, su íntima belleza.
Si al caminar por ciertas calles de Londres o ver el sol reflejado en las paredes de Big Ben creo sentir que ese momento ha sido absolutamente mío, intensamente completo, es porque lo que me rodea es real, más bello de lo que nuca las palabras dirán pero verdadero.
En los momentos en que mis ojos recorren un poema y tras su finalización, cuando las palabras empapan todos mis sentidos, creo intuir que existen verdades flotando por todo mi cuerpo, que la belleza, por ello mismo, me ha invadido y que la realidad me sobrepasa pero, a la vez, me completa.
Pero lo mismo puede ocurrir diariamente con los objetos más triviales o los sentimientos más profundos que con los más cercanos compartimos.
Esos breves instantes, de dolor, de iluminación y de impagable belleza son los únicos en que creo que sí, que pueden existir otras realidades. Realidades no esotéricas ni mágicas stricto sensu, pero sí maravillosas si nos dejamos vivirlas, porque son, en realidad, nada más que la vida que nos rodea experimentada al máximo, en su total intensidad, como si nos fuera otorgada y revelada en un instante sólo a nosotros con el fin de que entendamos que somos nosotros los que podemos crear la la belleza y, lo mejor de todo, poseerla.
En fin, me estoy dando cuenta, mientras escribo que, en realidad, no existen palabras para expresar esas sensaciones, que no son comunicables, antes que nada porque son totalmente únicas y personales. Sin embargo, si alguien en algún momento ha sentido una corriente de energía similar, podrá, cuando otro, como yo en este caso, trate de explicarle esa experiencia mágica, recordar vagamente lo que una vez experimentó, entenderlo en cierto modo y sentirse un milímetro más cercano del espíritu del narrador, intuyéndolo.
16 abril 2008
dos apuntes literarios
Cuando las horas del día se quedan cortas, lo que suele ocurrir es que uno se arrepiente por la mañana de lo que no debió hacer a la noche. Hoy yo me he perdido con dos descubrimientos felices y literarios que quizá alegren a alguien si pasa por aquí:
1) Pessoa. Nuevo talento para la lista de de autores a explorar. Portugués. He seleccionado dos de sus más "racionales" composiciones. Parece que uno de volteretas al leerlo.
AUTOPSICOGRAFÍA
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón
TENGO TANTO SENTIMIENTO...
Tengo tanto sentimiento
que es frecuente persuadirme
de que soy sentimental,
mas reconozco, al medirme,
que todo esto es pensamiento
que yo no sentí al final.
Tenemos, quienes vivimos,
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única en que existimos
es la que está dividida
entre la cierta y la errada.
Mas a cuál de verdadera
o errada el nombre conviene
nadie lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que uno tiene
es la que él se ha de pensar.
2) En la magnífica entrevista de Joaquin Soler Serrano a Borges, estupenda por el argentino y a pesar del moderador, señala "el maestro" (es así como lo apela el baboso de Joaquín) que está sólo en su preferencia de la segunda parte del Quijote. Es una tontería, pero coincidencias así me hacen un pelín más estúpidamente feliz.
1) Pessoa. Nuevo talento para la lista de de autores a explorar. Portugués. He seleccionado dos de sus más "racionales" composiciones. Parece que uno de volteretas al leerlo.
AUTOPSICOGRAFÍA
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón
TENGO TANTO SENTIMIENTO...
Tengo tanto sentimiento
que es frecuente persuadirme
de que soy sentimental,
mas reconozco, al medirme,
que todo esto es pensamiento
que yo no sentí al final.
Tenemos, quienes vivimos,
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única en que existimos
es la que está dividida
entre la cierta y la errada.
Mas a cuál de verdadera
o errada el nombre conviene
nadie lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que uno tiene
es la que él se ha de pensar.
2) En la magnífica entrevista de Joaquin Soler Serrano a Borges, estupenda por el argentino y a pesar del moderador, señala "el maestro" (es así como lo apela el baboso de Joaquín) que está sólo en su preferencia de la segunda parte del Quijote. Es una tontería, pero coincidencias así me hacen un pelín más estúpidamente feliz.
10 abril 2008
a esa gente
solo veintitres años y mi vida ya ha tenido dos siglos de oro.
uno fue en quinto de primaria, con unos amigos en el colegio jugábamos a detectives, nos reíamos mucho e incluso apareció un cómic, pésimo, producto de mi vena fracasada de dibujante, en el que se narraba nuestra historia. nostalgias de una.
el segundo lo estoy viviendo ahora. no necesito distanciarme de él para tener la seguridad, de esas que que dan las iluminaciones instintivas y fugaces, y saberlo con certeza. quizá sea porque se trata de un periodo de inminentes y seguros cambios. quizá se trate por toda esa gente que cada día más está más cerca de mí. por los amigos. los que son de verdad. los que yo siento así. aquella gente que he elegido, que me han elegido y me soportan, a pesar de que no me se las capitales, ni los nombres de las calles, ni calcular los metros cuadrados de una habitación, que cambio los nombres de las cosas y veo las películas sólo si salen hombres guapos. que me entienden y me escuchan. con ellos no necesito más que tiempo. y, a falta de él, lo inventamos. o hablamos más deprisa. o nos entendemos con dos palabras. o ni hacen falta las mismas porque, por un extraño método secreto que hemos desarrollado, nos comprendemos con sólo mirarnos. es más, en la distancia, lo sé, nos seguimos intuyendo.
hoy me he asustado. he pensado: nos estamos convirtiendo en seres sobrenaturales, increíbles, pero ellos mucho más que yo. creo que empiezan a brillar. cuando no los veo, los llevo conmigo, imagino que están aquí, a mi vera (si, se llama paranoia en algunas culturas, no la mía) y con su bondad, su sinceridad e inigualable amistad iluminan esta edad con un dorado sin igual.
uno fue en quinto de primaria, con unos amigos en el colegio jugábamos a detectives, nos reíamos mucho e incluso apareció un cómic, pésimo, producto de mi vena fracasada de dibujante, en el que se narraba nuestra historia. nostalgias de una.
el segundo lo estoy viviendo ahora. no necesito distanciarme de él para tener la seguridad, de esas que que dan las iluminaciones instintivas y fugaces, y saberlo con certeza. quizá sea porque se trata de un periodo de inminentes y seguros cambios. quizá se trate por toda esa gente que cada día más está más cerca de mí. por los amigos. los que son de verdad. los que yo siento así. aquella gente que he elegido, que me han elegido y me soportan, a pesar de que no me se las capitales, ni los nombres de las calles, ni calcular los metros cuadrados de una habitación, que cambio los nombres de las cosas y veo las películas sólo si salen hombres guapos. que me entienden y me escuchan. con ellos no necesito más que tiempo. y, a falta de él, lo inventamos. o hablamos más deprisa. o nos entendemos con dos palabras. o ni hacen falta las mismas porque, por un extraño método secreto que hemos desarrollado, nos comprendemos con sólo mirarnos. es más, en la distancia, lo sé, nos seguimos intuyendo.
hoy me he asustado. he pensado: nos estamos convirtiendo en seres sobrenaturales, increíbles, pero ellos mucho más que yo. creo que empiezan a brillar. cuando no los veo, los llevo conmigo, imagino que están aquí, a mi vera (si, se llama paranoia en algunas culturas, no la mía) y con su bondad, su sinceridad e inigualable amistad iluminan esta edad con un dorado sin igual.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)