resulta que iba en la bici escuchando música, dos de las actividades que más me levantan el ánimo, cuando descubrí lo mucho que mi humor cambia dependiendo de la melodía que en ese momento suene. no me afecta igual el pop, que el rock que una balada, por simplificar.
entonces empecé a darme cuenta de lo rápidamente que mis sentimientos varían a lo largo del día. "vivo en una montaña rusa emocional" pensé. si amanece y está soleado me levanto de la cama con un espíritu emprendedor, pero si luego una persona que pasa por la calle me mira de con cara de pocos amigos toda esa energía empieza a decrecer, pero si recibo una llamada muy esperada vuelvo a sentirme jovial y habladora, hasta que me entra un hambre voráz y mi ánimo decae en picado, pero si entonces me encuentro con un amigo puedo olvidarme de mis necesidades y recobrar la alegría, pero...y así podría continuar, con variaciones dependiendo del día, hasta el infinito.
¿cómo puedo, ni puede nadie, pese a creerme bastante independiente, inclinada a la teoría del "más vale solo...", acabar finalmente dependiendo tan fuertemente de todo lo que me rodea? ¿cómo puede nadie decirse o calificar a ninguna otra persona de "independiente" cuando el ser humano, por ser tal, por ser cuerpo, por ser una masa irracional de carne hasta un punto tal que no quisiera y trata de no aceptar, no puede hacer otra cosa que depender; depender de sonidos, depender de azares en general, depender sobre todo de los que le rodean y, lo que es peor, de sí mismo incluso, que en muchas ocasiones es al que menos se puede y sabe controlar?
2 comentarios:
El caso es que somos animales, y como tales respondemos a estímulos y reacciones químicas y hormonales que se producen en nuestro cuerpo. Creo que la clave de la independencia reside en admitirlo y dejar de luchar contra las cosas que no controlas para sacar el máximo partido a las que sí puedes llegar a controlar. Y disfrutar del momento, eso para mí es lo más básico.
Pero es sólo mi opinión.
mmmm, pues no sé maría, porque hay cosas, a parte de hormonas, que sí se pueden controlar, y esas son las más pejigueras, porque las crees atadas y te crees libre pero no, el mero hecho de atarlas, te ata a ti mismo a ellas! (vaya, me acabo de dar cuenta de esto!) horror!
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