Por no perder la tradición, me hallo una vez más al borde de este año pensando en la lista de propósitos, odios y deseos que deseo cumplir, quemar y pedir antes de que pasen las artificiales horas que me quedan antes del vértigo del nuevo año que vendrá todo de vez. Aquí, sólo un par de horas más tarde, o antes, que allá.
1. AGUA. Pequeños propósitos, poco exigentes para lograr algún cambio tangible (constante y fuerte como el agua): superar alguna vergüenza, acabar con costumbres incómodas y satisfacer placeres tediosos, sin que las prisas tomen la delantera, recordando que quedan todos unos años nuevos por delante para lograr lo imposible, empleándo esta fecha como mera coartada para enfrentarme a mí misma y fijar los más aleatorios proyectos de ya larga vida.
2. FUEGO. Recalcitrados odios que en un año no han impedido, sin embargo, poder hacer un buen balance. Minucias del día a día que me impidieron ver el bosque, que me empecinaron en la piedra, sea ésta ya un jefe, un amigo, un recuerdo, un examen o una fecha. Tropiezos con ella, faltas de aliento, momentos en el pasado que me retrotrajeron a quien creía ya no ser. Todos ellos, se van (se queman en el fuego que ahora creo) con el año. O quizá sea, pues, más bien, el propósito sexto. Mental.
2. AIRE. Dulces deseos que ya saboreo. Que me proyectan a un 2013 de placeres pequeños, aquellos guarecidos por mi niña interior. Encontrar. Encontrala. Encontrarme. Moverme, lenta, lejanamente (como el aire), con la imaginación, no parar, crecer, llegar a otros cielos, siempre nuevos, allí donde nunca había mirado, ni imaginado; y así con todo, con todos.
1. AGUA. Pequeños propósitos, poco exigentes para lograr algún cambio tangible (constante y fuerte como el agua): superar alguna vergüenza, acabar con costumbres incómodas y satisfacer placeres tediosos, sin que las prisas tomen la delantera, recordando que quedan todos unos años nuevos por delante para lograr lo imposible, empleándo esta fecha como mera coartada para enfrentarme a mí misma y fijar los más aleatorios proyectos de ya larga vida.
2. FUEGO. Recalcitrados odios que en un año no han impedido, sin embargo, poder hacer un buen balance. Minucias del día a día que me impidieron ver el bosque, que me empecinaron en la piedra, sea ésta ya un jefe, un amigo, un recuerdo, un examen o una fecha. Tropiezos con ella, faltas de aliento, momentos en el pasado que me retrotrajeron a quien creía ya no ser. Todos ellos, se van (se queman en el fuego que ahora creo) con el año. O quizá sea, pues, más bien, el propósito sexto. Mental.
2. AIRE. Dulces deseos que ya saboreo. Que me proyectan a un 2013 de placeres pequeños, aquellos guarecidos por mi niña interior. Encontrar. Encontrala. Encontrarme. Moverme, lenta, lejanamente (como el aire), con la imaginación, no parar, crecer, llegar a otros cielos, siempre nuevos, allí donde nunca había mirado, ni imaginado; y así con todo, con todos.