28 agosto 2012

Sigo

Cuando el tiburón me mordió el pie no sentí más que el dolor del miedo. La anticipación lo decía todo y, al final, todo quedó en nada. Perdí sólo un pie, pero seguí nadando.
Me voy quedando en sitios, en partes, antes de perderme.
Y si estoy en peligro, no lo noto, rodeada de olas que yo misma creo, no veo nada. Una nada que mañana será como los árboles que ahora huelo: un sol, una imagen, un sentimiento de tranquilidad, algunas voces, como en las películas. Artificio y realidad. El punto exacto donde aún vivo.