27 julio 2011

momento de gracia

momentos de gracia- porque no hay solo uno-podría contarlos yo, o quizá recordarlos, con los dedos de una mano.
no son todos excepcionales, increíbles aventuras que luego narraré a mis nietos o imaginaré narrar a una audiencia incauta, sino más bien, breves instantes en los que, sin razón aparente, pierdo todo peso, me elevo dos centímetros por encima de mis expectativas, una nube de aire se instala entre mi barbilla y mis pulmones, imagino un impreciso futuro de rayos de sol entre verdes árboles tropicales, oigo una melodía metálica de pájaros dentro de mis oidos, noto el relajado olor del mar, camino más lento, casi vuelo hacia atrás, se me olvida el pasado menos inmediato y sonrío.
como aquella vez cuando bailaba a oscuras,
o ayer cuando volvía caminando por mi calle, sola, llegando a la incógnita,
o un día de madrugada en el mar entre delfines,
y esa vez en el londres-berlín que empezaba o acababa y estaba blanco o multicolor,
pero también a oscuras, bajando rápido, sobre una especie de bici, como sin manos, el aire llenándome la sonrisa,
y hay más, muchas más,
mínimas,
potentes, instantes,
miles más,
pero no los recuerdo, no,
o es que estarán por llegar. 

20 julio 2011

perfectly imperfect

hoy me levanté y al mirarme al espejo me dí cuenta,
¡fatal descubrimiento!
que tengo un ojo más grande que otro,
que mi cara no es uniforme,
que,
de hecho, la verdad es aún más cruel,
¡aún!
¿aún?
un ojo alcanza occidente con mucha más velocidad que el otro,
es decir, descubrí que el desequilibrio que trato de ocultar con tanta meticulosidad
es perceptible para cualquiera que pase más de dos segundos contemplando mi rostro.
cruel mundo,
quiero decir,
¡oh, mundo cruel!
estoy destinada a la inequidad, a la inestabilidad,
a oscilar, ir y venir,
a tratar pero nunca lograr,
¿nunca?
¡nunca!
la perfección.




en fin, al menos a algunos lugares llegaré siempre adelantada, aunque sea a tumbos.

16 julio 2011

Today is one of those days in which I am back.

La frontera de la locura.

¿Dónde estará?
Porque existir, existe. Si no, no se daría ni siquiera la cordura.
Pero últimamente me parece que se trata de un fenómeno o, más bien, de un accesorio, de lo más subjetivo y personalizado.

Comerse un insecto, probar un menage a trois, crear las propias reglas de legitimidad o divulgar la palabra del señor en una para de metro son sólo uno de los miles de ejemplos con los que me he encontrado en estos últimos días.
Cada uno de los individuos protagonistas de las historias que mis epígrafes esconden creían que su comportamiento respetaba todas las reglas de la lógica y la cotidianidad.
Para mí, sin embargo, realizar lo que ellos habían hecho o se disponían a hacer hubiera supuesto enfrentarme con una extraña sensación de no ser yo misma. Me habría tenido que forzar a salir de lo acostumbrado para entrar en lo disparatado, casi inimaginable, incluso improbable hasta que los oí a ellos.

Esperaba el metro en San Luis. Un hombre de unos cuarenta y cinco años, afroamericano, de mirada simpática aunque un tanto errante, el revisor, se me acerca y con cordialidad me pregunta si me puede hacer una pregunta. Redundancia. Por supuesto.
Que si creo en la vida después de la muerte, dice.
Ante mi medio sonrisa y cara de estupefacción comienza a explicarme las grandezas de "el Señor".
Me siento obligada a serle sincera y dejar de sonreir irónica. Logro lo primero y le explico que no creo en nada.
Él es quien no me cree a mí. Eso es imposible, sentencia.
Bueno, concedo, de creer, creo en la ciencia.
Entonces es él quien se ríe.
Él.
En la ciencia. No atina con las palabras y repite que la ciencia no explica nada, que Dios es la explicación.
Me río. No con maldad. Las situaciones absurdas me dan risa.
Paternal, me concede el don de la duda: que reflexione. Sonríe y me deja escapar.
Repite: que lo considere, que considere a Dios.
Y se marcha caminando como camina cada día. Un paso después de otro, dentro del metro en el que trabaja.

Me pregunto si la línea entre la locura y la cordura variará por países.
Si seré yo la loca aquí.

01 julio 2011

lo que digan los niños

como en esos programas universales y desgraciadamente desaparecidos en los que una voz anónima les preguntaba a dos niños cuestiones que variaban desde lo más fácil y absurdo hasta lo más complicado y existencial, y en los que los mismos niños, con un desparpajo envidiable contestaban lúcidamente las irreverencias más lógicas que epataban al espectador y lo dejaban sumido en la risa-sonrisa perpetua,
así deberían poderse o querría yo que se me pudieran contestar tres preguntas, tres míseras preguntas que me asaltan hoy de improviso.

por favor, que me traigan dos niños.

1. ¿qué es la telepatía, cómo funciona, cómo puede explicarse que una persona en la distancia esté tan cercana y sienta como tú, te odie o ame como tu a ella, a pesar de que lo que les rodee sea tan dispar?

2. ¿qué es la crisis, en qué consiste una crisis, cómo funciona una crisis como la española que afecta sólo al común de los ciudadanos y empleados de a pie pero sigue enriqueciendo a politicuchos y amiguetes y permite que la sociedad siga viviendo tan tranquila como aquinopasanada, disfrutando de tele por cable, premios de pitiriti, preocupaciones deportivas o revistadelcorazoneras y demas atontonamientos disfrazados de bienestar y fiestaespañolatodosnoslopasamostanguay?

3. ¿qué es la conexión o, mejor, por qué dedicó tanto tiempo Einstein a descubrir la ley de la relatividad cuando aun quedaba por adivinar la ecuación de la verdadera amistad?