como no creo que haya ningún problema ni demérito en el hecho de ser tópica, yo, en este, voy a ser sucinta y poco pretenciosa: sólo voy a tratar de cumplir tres tareas:
1. no tocarme (tanto) el pelo. fácil.
2. tomarme las cosas con más calma. hacer una a una y dejar que el resto de mundo discurra porque, por más que yo me angustie, no resuelvo nada con pensar en los posibles y esperar. este va a ser más difícil porque soy nerviosa de por sí y trato de controlar lo que me rodea de mil maneras diferentes, sin resutado, claro.
3. ("last but not least") intentar ser consecuente.
con ello me refiero a hacer el esfuerzo por tratar a cada persona como se merece según mi propia escala de afectos.
a veces, por miedo más que nada, soy amable con los supuestos amigos o conocidos que me tratan a patadas. lo hago simplemente porque no me conformo con la verdad de que no merecen mi respeto, porque les doy oportunidades sin fin, esperando una muestra de la bondad que les presupongo, o porque la rutina (histórica) de la educación me lo impone.
bueno, pues del mismo modo del que voy a tratar de comportarme mejor con los verdaderos amigos, esos que me llenan con momentos estupendos en las circunstancias más insospechadas, que siempre están allí y que me acompañan aunque estén a miles de kilometros porque, aunque los vea de ciento a viento, siempre pienso en ellos cuando la ocasión lo merece, no voy a callarme con los otros. o quizá sí, quizá me calle y les pague con el silencio. no merecen de mi tiempo sobre todo porque dándoselo a ellos sólo se lo estoy quitando a tantísima gente con la que sí quiero pasar los ratos.
que la vida es demasiado breve como para estar desperdiciándola con los injustos, desagradecidos, soberbios, amargados, hipócritas y necios. me quedo con los míos y con el resto por descubrir, que creo que más vale malo por conocer que malo conocido (y esto de las mentiras de los proverbios necesitaría otro post).
dicho queda.