no tengo nada en contra de la gente perfecta, nada en absoluto. sí desconfío, eso sí, de aquellos, por un lado, que se saben o se creen mejores que la media y llevan, por tanto, su barbilla elevada también, consecuentemente, un tanto por encima de lo normal.
sin embargo, lo que no soporto y me hace automáticamente desconfiar de alguien es esa pose de perfección que oculta una tremenda inseguridad. me parece que hay personas en este mundo que adoptan una fachada de transparencia, de incólume moralidad, de grácil neutralidad, una sonrisa política, unas maneras corteses y una seriedad solemne con la que no puedo ni podré nunca conectar. esa gente sólo trata de evitar ser juzgada por lo que realmente es: disfraza con su perfección y seudo-anonimato una debilidad radical, la de su persona integral. se sienten incapaces de afrontar sus problemas, o lo que creen sus puntos débiles pero en vez de abrirse y mostrar con honestidad sus humanas dudas, se escudan en lo políticamente correcto de su fría actitud e imparten la clase de moralina artificial que yo particularmente soy alérgica a oir.
2 comentarios:
Pero ¿conoces a alguien así? Yo no...
claro, por eso lo escribí. no sé hablar de lo que no me toca.
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