06 junio 2009

alegato

prosiguiendo con la temática de los afectos, sensaciones y sentimientos, hoy quiero hacer un alegato doble.
a favor del odio y en contra del aburrimiento.

¿qué problema hay en odiar algo? es realmente un sentimiento completamente natural sin el cual no existiría su complementario, el amor o, al menos, este carecería de fuerza, de vigor y verdad. además, en contraposición al aburrimiento, ambos son vitales, precisan de energía física y de cierta personalidad: son un una toma de posición implicada ante el tiempo. 

desgraciadamente, el aburrimiento, pese a su abulia y tempo lento, nos alcanza a todos, lo queramos o no, en algún momento de nuestras vidas, peor incluso, de nuestros días.

en ocasiones se presenta de improviso, como autogenerado en nuestras entrañas; en otras no, a veces es causado por un elemento exterior al que no podemos, por unas razones u otras, sustraernos, que no podemos evitar.

para mí, uno de los más feroces y letales productores de aburrimiento es la anécdota (entendida ésta en su acepción coloquial); y es que siempre hay personas que parecen ser incapaces de distinguir lo sustancial de lo superficial y lo narran todo con el mismo tono, a la misma velocidad, con el mismo entusiasmo.

a mí, personalmente, ya se trate de una novela, un artículo, un relato de un amigo o una entrada de un blog, (me) resultan igualmente letargantes.  quede subrayado.

el truco, a mi entender, reside en el arte del orador, no cabe duda. un hecho concretísimo y personalísmo de la cotidiana vida de una persona puede resultar completamente embelesador, interesante incluso si se acierta a dar con la gracia personal, con el gusto de la audiencia o con aquellos momentos que deben ponerse de relieve. sin embargo, si se carece de esta capacidad innata es mejor abstenerse de narrar las aventuras del día a día, con ignoradas repeticiones incluídas, en tiempo real. simplemente, no funciona: aburre.
¿y qué ocurre cuando uno se aburre? que viaja al mundo de la vida interior, que deja de mantener una verdadera relación con lo que le rodea mientras, en caso de hallarse con un interlocutor real presente, sonríe y agita la cabeza mecánicamente o, si simplemente está leyendo, apaga el ordenador, cierra el libro y se dedica al apasionante mundo del no hacer nada. 

avisados queden aquellos que se den por aludidos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante, pero... no me parece un alegato contra el aburrimiento sino contra las cosas que te aburren. Discrepo en que creo que el aburrimiento es en un... 90% (por lo menos) personal. Lo externo tiene muy poquito que ver para aburrirse o no: hay gente que se pasa la vida aburrida y otra que con similares circunstancias pone en marcha los mecanismos interiores para no aburrirse.

Clara

Irene Domingo dijo...

tienes razón y estoy de acuerdo. a lo que me referia era en parte a eso, pero centrandome en la ocasiones en las que ese mecanismo no funciona. y claro, es totalmente personal, subjetivo. y si, tambien hablaba contra lo que a mi me aburre pero tratando de remarcar lo horrible que es el sentimiento.

Anónimo dijo...

Aaah, vale, gracias por la aclaración :)

Clara