estaba poniéndome crema y con su olor ha venido una imagen de mi abuela a la mente. olía igual que ella. toda la vida disfrutando ese olor, por uncanny que parezca, y tengo ya la receta de la felicidad en la tarde envasada en un tarro que no ha costado más de dos dólares.
una sonrisa, así de barata.
a veces, yendo en bici, duchándome, limpiando o simplemente bailando aparece por azar la canción propicia. esa canción que me recuerda a tí, que me trae del pasado ese momento preciso en el que todo fue imperfectamente perfecto y sonrío.
la felicidad, condensada en dos notas.
otras ocasiones es sólo descubrimientos nimios y gigantescos a la vez. una persona, una idea o una melodía que son como (o sin él) un amor a primera vista: llegan de manera imprevista, rellenan el momento del encuentro hasta desbordarlo por lugares insospechados-desconocidos, y permanecen con uno para siempre. permitiendo que nuestra felicidad se vea diariamente, en instantes fugaces, pero plenos como meses, satisfecha.
así de simple, así de incontrolable: así se dan las alegrías.
finalmente están los más personales de los placeres cotidianos.
unos más "propiciables", otros más aleatorios, pero creo que, en el fondo, la felicidad es cuestión de elección. si señor. por eso estoy aquí, porque a parte de los cafés mañaneros, los momentos con la gente a la que quiero y ciertos instantes de soledad, la escritura me completa como nada.
barata, barata, barata.
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