23 enero 2010

aprendiendo a desparender

hay inocentes frases de la tradición. frases que te dijeron en la infancia, sin maldad, un día cualquiera, al azar. sin embargo, por una extraña razón, se adhirieron a tí y te han acompañado desde entonces. como un murmullo acallado en la conciencia, te han ido construyendo y ya son tú. son la historia, tú historia y un modo de ser del que has pasado a formar parte.
entre otras, en mí caso, tres son las expresiones que me siguen dando la mano:

1. no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
2. a quien madruga dios le ayuda
3. primero la obligación y después la devoción

ahora sólo querría aprender a deshacer la historia, a olvidar su aprendizaje, básicamente, a desaprender. si es que eso es posible.

2 comentarios:

Paulina Soto dijo...

sirve tambien pensar, además de la fuerza de esas frases aprendidas, el peso de la moral que las sustenta... Creo que ahí juega un lugar importante la moral judeo-cristiana de la culpa el trabajo, etc..... al darse cuenta de lo moral que son esos imperativos, uno puedo abrirse a una crítica íntima y ver las formas en que dichas ideologías nos determinan.

Irene Domingo dijo...

pues es verdad. pero eso, desgraciadamente, no impide que, como casi la totalidad del universo exigen ese tipo de comportamiento, sea más fácil desligarse de su influjo y peso. aunque sí puede servir para darle mayor objetividad y considerar con frialdad su valor.