nos acostumbramos a las pequeñas infelicidades de la rutina y en ese hábito nos sentimos como en casa: cómodos pero conscientes de que algo mejor está allá afuera, a sólo un paso del portal.
es cierto, a pesar de todo, que ésta, la felicidad, no es un bien común. no se da generosamente, más bien se esconde en fogonazos apenas perceptibles.
pero algo muy parecido a ella, independiente de nuestras experiencias, de los azares y de los aleatorios humores subjetivos, se encuentra en la mansedumbre del movimiento mental.
requiere de un cierto entrenamiento. aprender a saberse casi feliz por las pequeñas cosas del minuto a minuto desconcierta enormemente en una primera instancia. y no estamos acostumbrados a tanta sucesiva sorpresa mayor.
tras días de práctica al final nos acostumbraremos, estoy segura, a tanta descarga, y no tendremos ya urgencia, urgencia por vivir en esa felicidad futura. la habitaremos o, a un paso de ella, estaremos a gusto en cualquier lugar. ya todo cualquiera será un hogar.
2 comentarios:
Otro poema se Sabines:
Uno es el hombre
Uno es el hombre.
Uno no sabe nada de esas cosas
que los poetas, los ciegos, las rameras,
llaman "misterio", temen y lamentan.
Uno nació desnudo, sucio,
en la humedad directa,
y no bebió metáforas de leche,
y no vivió sino en la tierra
(la tierra que es la tierra y es el cielo
como la rosa rosa pero piedra).
Uno apenas es una cosa cierta
que se deja vivir, morir apenas,
y olvida cada instante, de tal modo
que cada instante, nuevo, lo sorprenda.
Uno es algo que vive
algo que busca pero encuentra,
algo como hombre o como Dios o yerba
que en el duro saber lo de este mundo
halla el milagro en actitud primera.
Fácil el tiempo ya, fácil la muerte,
fácil y rigurosa y verdadera
toda intención que nos habita
y toda soledad que nos perpetra.
Aquí está todo, aquí. Y el corazón aprende
-alegría y dolor- toda presencia;
el corazón constante, equilibrado y bueno,
se vacía y se llena.
Uno es el hombre que anda por la tierra
y descubre la luz y dice: es buena,
la realiza en los ojos y la entrega
a la rama del árbol, al río, a la ciudad
al sueño, a la esperanza y a la espera.
Uno es el destino que penetra
la piel de Dios a veces,
y se confunde en todo y se dispersa.
Uno es el agua de la sed que tiene,
el silencio que calla nuestra lengua,
el pan, la sal, y la amorosa urgencia
de aire movido en cada célula.
Uno es el hombre -lo han llamado hombre-
que lo ve todo abierto, y calla, y entra.
me gusta este hombre. "y olvida cada instante, de tal modo/ que cada instante, nuevo, lo sorprenda".
está bien, muy bien.
avisame si te quedas.
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