24 octubre 2012

Cuestión de orgullo

No me refiero al orgullo y al prejuicio, o al de madre, o a aquel que viene con las cosas bien hechas, no. Me refiero al orgullo que te permite seguir caminando, enérgicamente cada día.

Pues bien, hay que recuperarlo. O más bien, nunca hay que perderlo. Al menos, de vista.

Natural, siempre va conmigo. Pero hace unos días, quizá semanas, que anda desaparecido.
Y hoy de repente me he dado cuenta. ¿Dónde estás orgullo, que no te encuentro? ¿Quién te quitó de mi lado, quién te arrancó de mis entrañas o te mermó así, poco a poco, sin que me diera cuenta?

Nadie, ninguna amenaza abstracta, ningún miedo infundado, ninguna premura, tampoco desasosiego, ninguna mirada encontrada, ni las rechazadas, ni los silencios te deben alejar.

Vuelve orgullo, vuelve. Sin tí, no soy yo. Sin tí, las cuestas son montañas, los días eternos y los fantasmas, pesadillas. Tú eres yo. Surjo de tí. No soy sin tí.

No te dejes acobardar por quien ni te toca ni te concierne.

Vuelve, es cuestión de nosotros.

No hay comentarios: