21 septiembre 2013

La nada

Nada. No es que no pase nada. Es que sólo veo la nada. Y la lleno. Hoy así, mañana asá.
Y tan tranquilos todos.
Cuando digo yo, pienso en tí.
Tú también: no lo niegues, vives con la nada.

Hay días en que me convences.
Hay días en los que, incluso yo, me convenzo.
Y luego, la mayoría, trato de ignorarla.
Pero la siento, a mi espalda.
La nada.

En ocasiones no me importa. La conozco, como si fuera mía.
Como si fuera yo. Nada, no pasa nada–me digo.
Y continúo, mirando al horizonte, que es como el pasado,
y como el presente: Nada.

Pero otros días me pesa.
La siento encima del mundo,
de ti, sí, de mi,
y no puedo mirarte sin saber que aquí,
por aquí
no pasa nada.

Estamos simplemente llenando el tiempo,
no hay nada que hacer,
minuto a minuto,
no pasa nada;
sólo estamos viviendo,
sólo estamos haciéndonos,
si es que estamos hechos de algo,
por eso lo pienso:
aquí sigo, aquí seguimos
matando un tiempo,
un tiempo lleno de nada.

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