28 julio 2009
soy pero no yo. hoy.
25 julio 2009
me arriesgare gracias a Edipo
23 julio 2009
sufrir sólo, si
19 julio 2009
frustración
Frustración.
Frustración porque sólo puedo escribir cuando me viene la inspiración.
Sí, al más puro modo romántico.
Viene la idea. Y como vino, se va. Si me coje con lápiz y papel, la atraparé. Si me halla en la cama, en la calle o presa de la vagancia, la dejaré pasar. Y con ella, con la inspiración se irá una parte de mí.
Ahogo. Me ahogo cada vez que sé que un instante se fue, no quedó retenido. Sólo era la captura de un sentimiento, de una sombra de una intuición, de un pensamiento. Una semilla. Pero se fue y quizá no retorne.
La fragilidad de la memoria. Opera así. Y sólo la puedo plasmar como la siento: distorsionada, hecha girones, frágil, breve, fugaz, caprichosa. Al menos queda aquí, como la concibo ahora.
Frustración.
Frustración, sí. También. Porque sólo puedo escribir de lo que me toca. Sólo puedo leer lo que me toca. Escuchar lo que me toca. Sólo lo que me llama. Si no, mi pluma divaga, mis ojos saltan, mi mente flota, mis oidos se ensordecen y me vuelvo los tres monos a la vez.
Yo. Y yo, y yo y mis circunstancias. Circunstancias concretas, abstractas y precisas pero borrosas, aquellas que me conforman en la base más básica de lo que soy. Si es que soy, si es que algo o alguien puedo decir que soy. Creo que sería sólo ellas, aquellas que me atraen.
Así es lo que escribo. Lo que me interesa no tiene núcleo común más que el de aquello que me afecta. Lo que hace vibrar mi cuerda de la mente-corazón, y aún no sé que es. Por eso vagabundeo por estas letras. Me dejo llevar a ver si ellas solas me indican ese punto de convergencia y me explican qué me da unidad.
Y es sólo frustración. Y sólo veo más y más frustración. En el pasado y en el provenir.
Pero ella y el camino de la búsqueda, las atracciones y mi circunstancia es lo que cuenta, al menos eso dota de cierta coherencia a mi escritura y a mi ser.
O eso voy a hacerme creer esta vez.racionalización de los afectos
Cuando quieres a una persona: tu pareja, un amigo, un familar o simplemente un desconocido durante los fugaces instantes de un grato encuentro azaroso, no es simplemente porque esa otra persona te parece objetiva y subjetivamente maravillosa, no.
Últimamente vengo pensando que a parte de eso hay una gran cantidad del tópico y cierto “ciego amor” y otro tanto de amor propio y egoista.
Me explico: uno, creo yo, no es uniforme. Todos somos a la vez uno y su opuesto, u opuestos, Dr. Jekyll y Mr. Hyde o Mrs. X, lo mismo es; dependiendo de las circunsancias que nos rodean, uno u otros aparecen. Esas circunstancias pueden ser meramente materiales, circunsanciales y también puede tratarse de aquellos con quienes nos relacionamos. Esinterlocutor en la vida puede sacar lo mejor de nosotros, maximizar nuestro potencial o, también claro, incitar a nuestros más terribles demonios.
Si el amor surge, como sugería, en aquellas situaciones en las que todos los tipos de afectos se conjugan en uno sólo, debemos tener en cuenta también el que nos hace querernos más a nosotros mismos. Querer a otro nace de observar que esa otra persona saca lo mejor de nosotros, mientras que nosotros mismos, probablemente, hacemos lo mismo de ellos; y así, se incrementa la atracción hacia rasgos objetivamente loables y se convierte la relación en naturalmente recíproca. Pero lo mismo que acabo de analizar de un modo extremadamente racional, robándole toda la magia y, probablemente falseando la realidad más profunda, se puede aplicar al odio igualmente y quizá así se verá la verdad subyacente al fenómeno. De cualquier modo, dejo a cada uno efectuar la analogía pues esta entrada está quedando ya excesivamente prolija.
18 julio 2009
Nos volvemos-vuelven-quedamos idotas
Si nos tratan como idotas, nos volveremos idiotas.
En ocasiones, cuando sospecho que no soy del agrado de una persona, sin realmente tener la certeza de ello, más o menos inconscientemente la trato de un modo más frío, más distante, con un cuidado aleinante que dificulta la relación. Como yo no me muestro tal cual soy, la otra persona, que posiblemente no tuviera ningún reparo hacia mí, siente cierto rechazo por mi parte y convierte, con su reacción, en verdaderos los miedos que yo guardaba infundadamente. Así, mi manera de relacionarme y tratarla, surgiendo de fantasmas, acaba transformando en esos fantasmas a quien podría haberme ofrecido millones de descubrimientos.
De igual modo ocurre en muchas otras circunstancias. Pienso por ejemplo en el caso de la universidad. A los alumnos se trata como si fueramos unos vagos redomados, unos inútiles de tomo a lomo y, sentando las bases sobre esas conjeturas se nos prepara con una educación paupérrima que simplemente acaba convirtiéndonos en unos cenutrios mayores de lo que su imaginación temía. Creyendo que nuestra memoria no retiene ni el número de telefono, que somos incapaces de razonar un simple enunciado, de trazar conexiones entre materias, de manifestar nuestras conclusiones con enunciados inteligibles o de archivar unos conocimientos mínimos para el día a día, se nos prepara para la deglución y rejurguitación de manuales que no sabemos integrar porque, por un lado, este sistema viene operando de igual modo desde que tenemos conocimiento de razón y aprendíamos los animales con sus partes y caracteristicas como si de una tabla de multiplicar se tratara y, por otro, es una costumbre que, hablo de España al menos, se encuentra arraigada en el principio de los tiempos de modo que, estando la educación de los educadores tan podrida como la de sus educadores y los de éstos y los de éstos a su vez, ¿cómo van a ser capaces de cambiar nada, con qué iniciativa, con qué ingenio o capacidad intelectual van a promover un tipo de enseñanza diferente?
No lo voy a ocultar, estas líneas que preceden surgen de una crítica que llevo rumiando durante un tiepo. Yo la resiento y, como yo, creo que miles de estudiantes en el país en el que nací lo hacen, más o menos conscientemente. Quizá toda ella surja de cierta ilusión y admiración ilustrada, pero más bien tiendo a creer que procede de la desilusión que me produce ver que allí todo se rije por el viejo dicho de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Desde el rechazo antiamericano hasta el amor patrio más rancio y localista, no somos capaces de ver más allá; pero si concemos que en la inercia está la culpa: ¿qué hacemos aún parados?.