es un descubrimiento obvio, dirán algunos. bueno, sí, quizá, pero me tiene epatada. no puedo salir de mi asombro, de mi frustración, no obstante, curiosa. y no pudiendo salir, no puedo razonar más allá.
un paso es, creo yo, el haberme dado cuenta de que estoy allí, en esa nebulosa, en ese desconcierto.
descubierto esto, poco a poco podré dedicarme a materias más productivas, imagino.
el hecho es el siguiente: trato, tratamos de ser seres racionales pero hay cosas que se escapan, eso creo yo, a esa lógica. funcionan con ella, esta es mi fe, pero de una manera superior a lo que nuestro raciocinio nunca podrá descifrar.
pasamos de unos sentimientos a otros; nos movemos por impulsos que guardan un patrón, que siguen una lógica pero jamás la descubriremos; nos engañamos, nos sabemos autoengañados y vivimos con ello; queremos esto sabiendo necesitar lo otro; y así funciona todo: con el orden del desorden aceptado. nuestra cabeza es un caos y, una de dos, vivimos con el caos olvidándonos de que es tal, de que está allí en realidad, o peleamos con él hasta morir.
me decanto por la segunda opción pero empiezo a estar derrotada. voy a tener que hacer como dicen en la última película de los Coen, magnífica. "accept the mystery".
aceptar el misterio de mí misma, de que soy y siempre me seré un misterio casi igual al que son los demás. que sólo viviré tentando, explicándome la realidad, contándome cuentos, creyéndomelos y viviendo en ellos hasta que un soplo de viento cambie la aguja de dirección y deba recontarme lo vivido como desee. me engañaré, pero ni más ni menos de lo que ahora me engaño al meterme en el día a día. re-narraré mi pasado inventando ni más ni menos de lo que ahora invento cuando me paro y me miro en el vivir.
aceptar el misterio de por qué, o de que, somos un misterio. para mal o para bien.
y es que precisamente ese misterio es el que nos empuja a seguir probando todo. aunque el la prueba encontramos sinsabores, sabemos que el próximo bocado será dulce, será nuevo, será extraño, desconocido, siempre dispuesto a que le pongamos la etiqueta que queramos para olvidarnos de que no, es y siempre será un sabor misterioso.
aceptemos, pues, el misterio.