27 marzo 2012

ya no

qué valiente era,
quién me ve y quién me recuerda: yo,
otra,
y con ese paliativo insustancial pero verdadero me digo,
en voz bajita, eso sí, por si no me oigo, por si aún hay solución,
que el tiempo no pasa en balde,

que he aprendido a ser,
ya sé,
más timorata, más precavida,
más cínica, más reservada,
menos valiente,
para qué mentirme,
y menos por estos lares;

ya no soy lo que era,
perdón,
ya no soy la que era,
y cuando me miro, si me observo,
en el espejo de la memoria,
sólo noto las arrugas de mi piel:
feas, desabridas,
curtidas por la vida,
que me ensaña a bajar la cabeza.

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