busque entre los libros del estante aquel que le dejó marcado durante años, recorte una página al azar y, tras leerla, añádala a la mezcla.
algunos cocineros aconsejan añadir pétalos de margarita. la flor puede variar a gusto del consumidor.
antes de que se le olvide, espolvoree la mezcla que sigue removiendo con kilos de chocolate en polvo, unas risas y granos de imaginación.
déjelo reposar unos minutos u horas, dependiendo de lo que precise su siesta.
al despertar, añada la cara bonita que le vino a la memoria durante el sueño y mézclelo todo con las manos.
puede ya meterlo al horno, sin embargo, si prefiere el plato más perfecto, añada una cucharada de amor propio, dos de no-hacer-nada, media de un paseosinrumbofijo, una pizquita de luces de navidad y un poco de aroma de mar.
recuerde que también el tiempo del horneado depende de la duración de su película preferida.
a la hora de servir, no lo haga: cómaselo todo enterito usando el método neandertal; mastique con la boca abierta y, eso siempre, límpiese con la manga.
2 comentarios:
a mí me gustaban de pequeño con forma de estrella
ya no? bueno, la forma es un poco lo de menos, aunq la estrella es la estrella, eso seguro!
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