supuestamente.
sí, ¿0 no?
su mensaje moral básicamente trata de educar a su audiencia en la necesidad de lo que en inglés se llama "let go". una traducción fiel, de acuerdo con el diccionario, sería "soltar" pero en un sentido más matizado se refiere al aceptar el final de todo aquello que nos rodea.
precisamente el otro día, leyendo un poco más del libro de Eagleton que me tiene obsesionada (After Theory), me encontré con un pasaje en el que el crítico analizaba la incapacidad estadounidense, y yo añadiría que cada vez más global, de aceptar el fracaso.
el fracaso es cualquier acontecimiento que pone un límite a aquello imaginado. en este sentido, la muerte es el mayor de todos. termina con nuestra vida, con nuestra mayor y más fácilmente adquirida cualidad, aquella que nos caracteriza más intrínsecamente: estar vivos.
pero cada día nos enfrentamos a pequeñas muertes. pequeños ejemplos que nos recuerdan nuestra imposibilidad para lograr todo aquello que nos propongamos.
del mismo modo que no podemos vivir eternamente, a pesar de lo que algunas religiones quieran hacernos creer para endulzar nuestra conciencia, no siempre lograremos controlar todo aquello que nos rodea.
por eso a veces sentimos que morimos un poco cada vez que, simplemente, se nos recuerda que somos humanos: tenemos límites.
un despido en el trabajo, un kilo de más, una ruptura amorosa, la primera arruga, un trabajo manual con imperfecciones, un segundo puesto en una competición, la primera cana, un rechazo de una petición, la primera caries, un aislamiento social, una ruptura ósea, una habilidad inadquirida, unas piernas que corren menos, un amigo perdido etc.
por supuesto que, como pequeñas o grandes muertes, estos acontecimientos son pedacitos de tragedia en nuestras vidas. no cabe duda de que viviríamos más sosegadamente si no envejecieramos, si fueramos siempre los primeros de la clase y los más queridos de todos nuestros conocidos. pero si no muriéramos, si no tuvieramos que "let go" un poquito cada día no sabríamos apreciar aquello que tenemos y seríamos, por ello, simples meros autómatas.
es difícil y es triste dejar pequeñas muertes sembradas en nuestra vida pero más triste es no saber lo que es sentir estas muertes.
en una sociedad que nos está educando cada día más en la mentira de una vida sobrehumana, con botox, misticismos y resurrecciones, liposucciones, premios amañados, perfecciones en la imperfección, tintes de pelo, calmantes emocionales etc., no está nada mal que una película intente mostrarnos de nuevo dónde está nuestra humanidad, y mucho menos lo está que lo haga precisamente cuando estamos menos anestesiados con mentiras, en la plena receptividad de la infancia.
sí, toy story 3 es una película para niños, indudablemente,
pero también lo es para los niños adultos que debemos redescubrir en qué consiste nuestra mayor cualidad: en el let go, que, afortunada o desafortunadamente, sólo se aprende y mejora practicando.
3 comentarios:
Siempre he pensado que la división entre arte para adultos y arte para niños es bastante artificial. Los niños son más inteligentes de lo que creen los adultos, y los adultos no somos tan maduros como nos creemos. Para mí, la maravilla de las películas de Pixar es que una vez al año me transportan otra vez a lo mejor de la niñez, y me dan algo que pensar en mi vida de "adulto". Como mi esposa puede atestiguar, yo nunca pierdo una oportunidad de portarme como niño... No hay nada que me guste más que estar con mi hija, jugando al mismo nivel con ella.
No analizo tanto Toy Story 3 como tú, pero puse mis pensamientos sobre el arte para niños en un post de mi blog: http://somewhereimnot.blogspot.com/2010/06/watching-kids-stuff-and-loving-it.html
Caneame luego si quieres, pero este comentario tiene una sobredosis de azúcar oculta que no sé si pretendías ¿la ves?
(Vanlat)
haha. no, vanlat, no la veo. ni la pretendia. donde esta esa sobreedulcoración? inluminame, plis!
pablo, te leere en breves. a ver que dices.
eneri
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