14 marzo 2012

el odio es

El odio es todo
lo que te gustaría hacer
con un poema como éste
y no puedes.
R. Wolfe


Esos correos a las tres de la mañana de urgente respuesta.

Esas palabras que no te salen de entre los labios cuando sólo desearías fulminar a alguien con la mirada.

Un retraso de tren.

Cualquier sonrisa falsa.

Unos minutos que se van, los ves irse, pensando en como no estarán.

No poder escribir o, poder y no querer.

Ese aliento de compañero.

El aburrimiento estresado.

Olvidar sólo un artículo de la lista cuando vives en EEUU.

Y yo qué sé y no saber y tener que opinar.

Esas mañanas de domingo cuando se ponen a cortar el césped.

Ese charco y tú en zapatos bailarina.

Que alguien se muera. Que exista la muerte, siempre en otro y siempre demasiado pronto.

No saber decir lo que se sabe expresar. Expresar todo pero que no signifique nada.

El dolor de garganta antes de un plan anticipado. Y después.

Los presidentes y las presidentas. La corrección momentánea de su incorrección esencial.

Los amigos en Facebook.

Tener Facebook.

La lluvia un lunes.

La lluvia con olor.

Que planten y replanten con más y más abono. Siempre.

Un pelo en la verdura.

Las flores en agua de hace semanas, la pereza de cambiarla y tirarlas.

Los mensajes de móvil de quien no es porque no debería ser.

Lo hago por tu bien de tu madre.

Las judías verdes. Con o sin pelo.

Todo lo que no es con lo que no debería estar soñando pero debería estar haciendo.

Los blogs que dan noticias que su autor ya sabe y a nadie le importan ni antes ni depués ni durante.

Los telediarios en verano.

Unos zapatos que recién puestos, aprietan.

Un recuerdo de vergüenza ajena en carne propia.

Esas llaves en casa a la vuelta del trabajo.

Un dolor de nosemuybienelqué. Un doctor al que visitarás cuandoyamevengamejorqueahoranomevamuybienyseguroquenoesnada.

Tertulianos de la radio, en la radio. Por la mañana.

Un helado que sabe a hielo.

El humo en el pelo. El humo de cigarro en cualquier ocasión.

Un día lo entenderás a los 29.

El insomnio siempre.

Un autobús que no sabe saltarse semáforos.

Abrigarse en primavera.

Un animal en mitad de la carretera, inmóvil.

Las setas salvajes de ciudad, imprevistas, imprevisibles, en mi ruta.

Las pelis de avión. Sus pantallas. El de seguridad que te descalzó. Y los operarios de aduanas.

Querer escribir sobre el odio, escribir sobre el odio y sólo porque es más fácil que desnudarse.

1 comentario:

Clara dijo...

Me uno a los presidentes y las presidentas. Cómo lo odio...