Ninuguna o apenas ninguna dioptría y soy absolutamente incapaz de ver el gris.
Todo es o blanco o negro. Siempre,
entre la noche y el día, debatiéndome.
No hay intermedio.
O vivo, o sueño.
Y así oscilo, entre orilla y orilla,
imprudente,
dejándome llevar por sus encantos:
la luz, su opuesto,
siempre tan claros, a mi vista, parcial,
siempre tan certeros.
Y es que no lo entiendo:
¿cómo algo así se puede dar,
algo que no se decida, que no acabe de ser,
que se debata, que se quiera múltiple,
siempre falso y siempre cierto?
Pero se da, eso me dicen,
eso intuyo, eso siento:
el gris es lo único en que vivo,
aunque casi no lo veo.
Todo es o blanco o negro. Siempre,
entre la noche y el día, debatiéndome.
No hay intermedio.
O vivo, o sueño.
Y así oscilo, entre orilla y orilla,
imprudente,
dejándome llevar por sus encantos:
la luz, su opuesto,
siempre tan claros, a mi vista, parcial,
siempre tan certeros.
Y es que no lo entiendo:
¿cómo algo así se puede dar,
algo que no se decida, que no acabe de ser,
que se debata, que se quiera múltiple,
siempre falso y siempre cierto?
Pero se da, eso me dicen,
eso intuyo, eso siento:
el gris es lo único en que vivo,
aunque casi no lo veo.
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