17 octubre 2010

bad faith

me explicaba una amiga el otro día, usando las palabras de Sartre, cómo estamos todos fatalmente condenados a una elección entre varias posibilidades, siendo libres sin escapatoria en la elección de una opción a la que nos dirigimos engañándonos.
totalmente cierto y aterrador.
básicamente el genio del francés explicó ya hace tiempo la angustia de mi vida: esa constante autoceguera con la que dirigimos nuestra vida, mientras nos sabemos activas víctimas de las fatalidades a las que nos conducimos por las más variopintas razones.
si yo, supongamos, quiero cambiar un aspecto concreto de mi vida, quiero reconducir mi relación con una persona. yo interpreto todas sus señales de indiferencia, de enemistad, de desafío como algo foráneo a mi persona, como un signo más de los miles que pueblan el universo. yo me creo un otro yo desde el cual interpretar todos esos gestos que se me dirigen, y me engaño, creyéndome libre para responder, estoy obligada a hacerlo y, por verme separada de mí a la hora de hacerlo, no lo hago partiendo de mí misma, sino de la mentira que me cuento para verme como actriz de un drama que ya no es el mío. yo, consciente, encuentro una razón u objeto exterior a mí, con la que justificar la elección que no he tenido más remedio que tomar. si olvido, u obvio, esos signos, diciéndome que son consecuencia de problemas sicológicos, de sus circunstancias o me prometo que un día en el futuro sí tomaré una resolución efectiva acerca del problema, sólo estoy creyéndome libre e imputando mi elección final a razones que creo, erróneamente, me exceden.
obligada a ser libre, tengo siempre todo el poder en mi mano para actuar. lo haga o no lo haga hacia una dirección u otra, la ética que me guía y la moral de su resultado son mías, y de mi consciencia. siempre. fatalmente.
de este modo, sabiéndome y creyendo negarme la libertad, consciente continuamente y con desesperación de mi posibilidad para elegir, vivimos engañándonos: sabiéndonos totalmente agentes de la mentira que dirige nuestra vida en todas las elecciones.
somos nosotros siempre ante el mundo. ante ese amor que reproducimos, ante esa amistad que organizamos, ante esa enemistad que no aclaramos, ante ese trabajo que nos decimos no poder aborrecer. siempre así, imposibles de salir. siempre in bad faith.

1 comentario:

Jose A. Licon O dijo...

¿Y si no fuera siempre así? si es cómo dice César Vallejo en
LOS HERALDOS NEGROS y sucede que no "toda la responsabilidad" es nuestra, o sea, que tal si...

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!



Y yo tampoco.