18 febrero 2011

nos perdemos

pasan las horas, los días, los meses y los años. lo sabemos. ya sabeis de que estoy hablando. nos vamos. nos vamos yendo.

también este ir desapareciendo ocurre en el espacio. viajamos a otros lugares, dejamos rastros de nosotros en nuestras estancias, en los rincones, en los caminos y veredas donde, sin detenernos siquiera, flota nuestro olor, perdimos un suspiro, dejamos una intención.

y qué me decís de la cultura. también a ella la derrochamos. en otro lugar, la compartimos, la entregamos, la perdemos con nuestra lengua materna y, así, creemos estar alejándonos de nosotros mismos también.

es un goteo total, constante, tan ininterrumpido que parecería que nos vamos volviendo transparentes, que nos disolvemos, desaparecemos en el entorno, nos perdemos.

pero no ocurre así. no hay más que vernos. aqui estamos, vivitos y enteros.
ocurre pues, digo yo, que la resta que vemos tan angustiados, tiene un contrapunto, vamos, debe tenerlo.

será que al vivir, con el paso de los segundos, minutos, con cualquier momento, en cualquier lugar, con todos, sin importar el lenguaje con que nos entendemos, estamos también recogiendo, recogiendo los frutos del vivir, que nunca es en vano, aprendiendo, llevándonos anécdotas, experiencias, otras subjetividades, otras virutas de vida, otros instantes, sueños, minutos compartidos, miedos, antropofagianzo cada molécula que nos rodea, en todos los niveles, en cualquiera de las perspectivas, llenándonos, poco a poco, viviendo más y mejor. no perdiéndonos, no envejeciendo, olvidándonos o rejuveneciendo, simplemente, haciéndonos más grandes, más fuertes, más nosotros, más intensos.

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