como si supiera que no puedo mostrarme triste, como si adivinara que nadie va a entender que no es un todo o nada, que mi tristeza se superpone, se entrelaza y nace con la alegría.
otro pedacito de Lispector me ha ayudado a darme cuenta de que no es un error sentirlo así. ella no lo dice, pero lo muestra. tan claramente que duele. me duele a mí, al menos, reconocer hoy, igual mañana ya no, yo también lo siento así y que no siempre soy lo suficientemente valiente como para transparentar esa debilidad, ni siquiera para decirla con palabras.
por eso ahora, aqui, lo voy a intentar.
a veces la alegría y la tristeza están tan pegadas una a la otra en mi vida que me aterra lo que voy a sentir en el siguiente minuto: porque siempre está por venir algo maravilloso pero algo terrible también.
me desconcierta poder saborear el dulzor en la amargura y me alivia con cierta marca de dolor saber que mi pena irá siempre acompañada de esperanza.
es así. así fue. y así será.
y quizá opere del mismo modo para todo el mundo. eso nunca lo sabré. me tengo que conformar con aceptar que por ahora, para mí, no hay estabilidad más allá de esta red que es red y que es mar, que viene y va y me atrapa y no me deja pensar. sólo siento algo inclasificable, inquietante y un tanto asfixiante pues no permanece quieto, me rodea, me lleva y me trae, no me deja controlar.
pero mientras siento la cruel realidad de esa impotencia que temo de triste final, saboreo la felicidad de los momentos breves, de memorias y esperanzas.
y eso es quizá por lo que disfruto de este extraño navegar.
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