lo reconozco: soy persona de obsesiones. y como tal, tengo mis periodos. puedo pasar meses, años enteros admirando, deseando, viviendo por y gracias a algo o alguien. pero del mismo modo que ese motor aparece, se desvanece sin que yo sepa, o quiera, muy bien saber por qué.
ahora mismo mi obsesión es Lispector. no se trata realmente de una obsesión exagerada, pero su figura, sus palabras y pensamientos flotan en mi cabeza de un modo constante aunque suave, dándome el placer del consuelo.
haciendo honor a esa lectura que se asocia a la mujer, reconozco que lo que ella me aporta es empatía. es casi maravilloso cómo puedo oírme a través de sus palabras. casi, digo, porque la modestia sincera me impide reconocerme tan ducha en el arte de la escritura.
pero no sólo debo agradecerle esa compañía que será ya para siempre: estará allí como punto de soporte abstrracto y emocional, espero, en mi memoria para cuando necesite la seguridad de mi realidad, la cual, me parece entender ahora, sólo se adquiere a través de pequeñas conexiones profundas, reconocimientos de uno en los otros, como una especie de amor narcisista pero cruel que nos muestra las bellas heridas de nuestra humanidad y nos enseña, así, a querernos por querer al otro.
debo agradecerle también la inspiración.
y los momentos de disfrute completo con la lectura.
y que me abra los ojos a verdades que no se pueden medir, que no se pueden siempre repartir, que no son comprendidas más allá de la subjetividad, raramente compartida, de uno solo con sus miedos, que yo siempre he tenido ahí, en algún hueco del alma-mente-corazón esperando ser ratificadas o cuestionadas o aireadas por alguien más, pero así, como hace ella, generosamente, sin sospechar mi necesidad, sin esperar mi presencia ni aguardar algo similar de mi parte: como yo también habría hecho.
sí, sí, sí.
así que si hoy, que pensaba escribir inspirada por varios de los muchos fragmentos que me encandilan y mueven, he acabado de nuevo abriendome por ella, para mí, a su modo; creo que vendrán posts sucesivos, aunque sólo sean para mí, también indirectamente a su modo, que deberé agradecer a Lispector, mi nueva obsesión.
y esta viene sin remordimientos.
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