en mi opinión, debió ser el Hombre más valiente que jamás haya existido.
poner un nombre a las cosas es hacerlas reales, afianzarlas, eternizarlas en cierto modo; al menos para nosotros mismos.
pero siempre queda la duda: ¿y si me equivoco?
supongo que eso es sólo para los humanos, que nunca sabemos con certeza si sentimos o identificamos correctamente los movimientos que en nuestro interior nos animan. jamás podemos asegurar sin mentirnos que aquello que estamos verbalizando es exactamente lo que sentimos o pensamos.
existe en todo momento cierto margen de error.
y el no ser dioses nos acobarda, nos paraliza, nos impide continuar.
o quizá sea al revés;
quizá sea el miedo a intenar reificar lo inseguro, lo naciente, lo suconsciente aquello que nos impide ser divinos.
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