07 agosto 2010

Sólo de lo bueno

No, no, no. Me niego.
¿Quién dijo que necesitamos de lo malo para apreciar lo bueno?
Mentía. Mentirosos hay en todos los rincones.
Yo quiero vivir en un lugar donde sólo lo maravilloso me toque.
Quiero leer sólo esos libros inteligentes, iluminadores, fáciles a la calmada indefinida lectura y re-lectura.
Y quiero rodearme sólo de amigos con los que la conversación es casi una conversación con uno mismo, llamativos, calmados, enérgicos, excitantes, sólo mi gente.
Pero no, alguien olvidó cerrar la puerta a la mediocridad y aquí estamos, rodeados de páginas pretenciosas, de páginas con letras que no dicen nada, miles de páginas llenas de tópicos como miles de personas que sólo repiten, como ranas, cientos de personas que te ofrecen el teatro de la abulia, que te minan, te socavan, te dejan exhausto, sin luz, sin origen, con su grisura, te borran.
Realmente no necesitamos agugeros negros. Lo bueno, lo bello, brilla en soledad.
Y del mismo modo, es amenazado por aquellos.

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