15 agosto 2010

unos dos años


El año pasado ya lo hice.






Una mirada retrospectiva para hacer un balance de estos últimos dos años.

Dos años ya, dos en los Estados Unidos.
¿Algún cambio más a parte de la localización?
Imagino.
Eso es lo que trato de investigar.
Supuestamente todos estamos siempre en un continuo variar. Somos como un río, eso decía un tal griego.
La cuestión será pues, ¿de qué manera nos afectan las orillas que vamos decidiendo visitar, o por las que, con más o menos fortuna, acabamos pasando?

Sinceramente, no sé.
Imagino que la virtud está en no sólo extraer lo mejor de cada una de las aventuras que nos toca vivir; y en aprender lo máximo de todas las decisiones que tomamos; sino también en saber ver que el resultado de todas ellas es la más feliz de las coincidencias pues, simplemente, nos hace quienes somos a día de hoy en el lugar en el que estamos.

¿Será una filosofía de vida un poco resignada? No creo, quizá más bien un tanto orgullosa, pero es lo mínimo que nos podemos ofrecer a nosotros mismos: un poco de vanidad ante todo lo que trata de derrumbarnos.

En cualquier caso, y de manera más objetiva y circunstancial, sí quisiera hacer un breve repaso estrictamente biográfico a estos dos años y todo lo que me han traído.
Independencia, sin lugar a dudas, lo primero y fundamental; una independencia de la que nace el conocimiento, y de él, mi cada vez más abarcadora verdad.
Un tanto de autoconocimiento, por muy errático y aún embriónico que sea, me voy descubriendo o, al menos, voy eliminando todos los mitos de la que soy para los ojos de quienes me conocieron desde la infancia, que no es poco.
El placer y agradecimiento por lo que un día decidí hacer con mi vida: la lectura, la escritura y los idiomas. Sólo ahora caigo en su similitud: las palabras, es decir, la comunicación con otros (nos entendamos más o menos, al menos lo intentamos, que es lo que prueba nuestra valía y humanidad), pues ésta es la base de la supervivencia.
Una capacidad para juzgar, es decir, para discernir quienes son mis amigos y quienes no. Y así, lo más importante, muchos amigos, buenos, cada vez mejores. Inapreciables. Las joyas de mi vida, sin duda. No soy sin ellos. Simplemente, no valdría la pena vivir.

No está nada mal para dos años.

Con ellos, también muchas chapas de cerveza, muchas equivocaciones, anécdotas, fotos y tonterías también. Pero eso queda para quienes me acompañaron y siguen conmigo pues es con ellos con quien más me gusta compartir palabras, sólo mirando adelante.



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