no es para nadie,
sólo es,
cuando lo coges,
lo devuelves, transformado,
si quieres, yo lo tomo.
aunque, claro, para eso, antes me tengo que atrever,
a probar, a ir más allá de la línea;
déjame hacerlo,
ir más allá.
y liberlarlo:
ese fruto perfecto
el fruto prohibido
que aún no tiene nombre
que imagino ya como una gota
de sangre (la imagino púrpura, como la rosa)
perfecta, con su reflejo de luz,
de mí,
del espacio.
dejame decirlo todo,
aunque no lo puedas oir,
porque no lo digo por tí,
se dice,
se deja decir,
un día lo hará
y así
seguiré existiendo,
igual,
el mundo un tanto más pesado,
un tanto más liviano,
más perfecto
e imperfecto,
qué importa,
ya se habrá hecho
porque sí
y así quedará
y desaperecerá.
¿por qué no?
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