19 julio 2009

racionalización de los afectos

Cuando quieres a una persona: tu pareja, un amigo, un familar o simplemente un desconocido durante los fugaces instantes de un grato encuentro azaroso, no es simplemente porque esa otra persona te parece objetiva y subjetivamente maravillosa, no.

Últimamente vengo pensando que a parte de eso hay una gran cantidad del tópico y cierto  “ciego amor” y otro tanto de amor propio y egoista.

Me explico: uno, creo yo, no es uniforme. Todos somos a la vez uno y su opuesto, u opuestos, Dr. Jekyll y Mr. Hyde o Mrs. X, lo mismo es; dependiendo de las circunsancias que nos rodean, uno u otros aparecen. Esas circunstancias pueden ser meramente materiales, circunsanciales y también puede tratarse de aquellos con quienes nos relacionamos. Esinterlocutor en la vida puede sacar lo mejor de nosotros, maximizar nuestro potencial o, también claro, incitar a nuestros más terribles demonios.

Si el amor surge, como sugería, en aquellas situaciones en las que todos los tipos de afectos se conjugan en uno sólo, debemos tener en cuenta también el que nos hace querernos más a nosotros mismos. Querer a otro nace de observar que esa otra persona saca lo mejor de nosotros, mientras que nosotros mismos, probablemente, hacemos lo mismo de ellos; y así, se incrementa la atracción hacia rasgos objetivamente loables y se convierte la relación en naturalmente recíproca. Pero lo mismo que acabo de analizar de un modo extremadamente racional, robándole toda la magia y, probablemente falseando la realidad más profunda, se puede aplicar al odio igualmente y quizá así se verá la verdad subyacente al fenómeno. De cualquier modo, dejo a cada uno efectuar la analogía pues esta entrada está quedando ya excesivamente prolija. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una profesora dijo una vez en clase, y creo que tenía razón, que alguien que nos ama cubre nuestras necesidades básicas (afecto, seguridad, etc.) y alimenta las secundarias (los sueños, las aspiraciones, lo que nos hace sentirnos realizados).

Clara